miércoles, 27 de octubre de 2010

"Estáis sanas, sois jóvenes..."



Celia (quizá os acordéis de ella, por sus comentarios tras la visita a la exposición de Rembrandt, en “Por un mísero medio punto...”), alumna de primero de bachillerato, viene a Jefatura por un problema con inglés. Su clase está dividida en tres niveles y ella está en el superior, pero no se siente cómoda. Sus compañeros proceden la mayoría de la sección bilingüe y ella no. Pregunta si podría cambiarse al nivel intermedio. Miraremos que se puede hacer.

Fué alumna mía en tercero de la ESO. Por aquel entonces leía a todas horas, no literatura juvenil, estaba metida con los clásicos: Tolstoi y su Ana Karenina, por ejemplo; inusual en una chica de 14 años.

-”¿Has leído algo interesante últimamente?” pregunto aprovechando la oportunidad.
-”A Cesare Pavese”, me dice. Y añade: “Tú me lo recomendaste, ¿te acuerdas?”
-”No, Celia, no me acuerdo. ¿Y qué te has leído?”
-”Diálogos con Leucó, me encantó”
-”¡Vaya!”, digo admirado.

Para los que conozcáis a Pavese sabréis que esta obra es la más particular de todas cuantas escribió, también la más querida por él, según dicen. El libro que tenía consigo en el trágico momento de su suicidio.

Quizá yo prefiera “El hermoso verano, con ese principio mezcla de felicidad y melancolía:

En aquellos tiempos era siempre fiesta. Bastaba con salir de casa para ponerse como locas, y todo era tan hermoso, en especial de noche, que al volver muertas de cansancio aún esperaban que ocurriese algo, que estallase un incendio, que en la casa naciera un niño, o a lo mejor que amaneciera de improviso y toda la gente saliese a la calle y se pudiera seguir andando y andando hasta los prados y hasta detrás de las colinas. -”Estáis sanas, sois jóvenes -decían- sois unas chiquillas, no tenéis preocupaciones...”

Disfruta, Celia...

viernes, 22 de octubre de 2010

Nirvana

-"Ohhhhh síííííííííííííí!!!!!!!” 
Exclama Juan, que acaba de dar con la solución de un nuevo problema de tangencias. Se le ha iluminado la cara y sonríe de oreja a oreja.

Su compañero, Javier, levanta la cabeza, echa un vistazo a la solución de Juan y asiente dándola por buena, aunque puntualiza mientras le señala alguna imperfección:

-”Está bien Juan, pero sin precisión no se alcanza el Nirvana.”

Todos reímos.  

viernes, 8 de octubre de 2010

Ruido


-”El útimo día de clase estuvo bien, estoy contento con lo que hicísteis” les digo a mis alumnos de 3º ESO, que estuvieron trabajando en grupo. “Pero hubo un detalle que deberíamos mejorar: demasiado ruido”. Ellos están de acuerdo.

-”¿Cómo lo solucionamos?
-”Pues profe, nos puedes dar tres avisos y si seguimos con mucho jaleo nos castigas” dice Jefferson; Roberto lo apoya.
-”Veréis, no quiero castigaros. No creo en el aprendizaje bajo la amenaza de un castigo.”
-”Pues nos pones un positivo” dicen a coro algunos. “Nos subes la nota 0'10 puntos, 0'25 puntos...” parece una subasta.

Estoy decidido a seguir sus sugerencias. Me hago el pensativo, pongo cara de sopesar su propuesta.
-”Vale, os subiré 0'25 puntos en la nota de la evaluación cada día que seáis capaces de trabajar en grupo sin que se monte mucho follón” les concedo.
-”Pero ¿¡cada día!?” pregunta María y añade, “entonces podríamos aprobar con sólo estar callados.”
Todos ponen cara de felicidad. Ya empieza a notarse menor ruido, levantan la mano para pedir turno de palabra, no hablan a gritos.
Elena no está de acuerdo.
-“Pero entonces todos vamos a sacar ochos y nueves, y no distinguiremos la calidad de los trabajos por su calificación, será un lío.” Alguno más la secunda.
-”¿Os parece que va a ser fácil?”
No, no se lo parece.

-”Bien, empecemos ahora mismo. Pero yo no quiero ser el que decida si habéis conseguido lo pactado, habéis de ser vosotros.”
-”Pero podemos decir que sí hemos sido capaces aunque pensemos que hemos hablado mucho. Te podemos engañar.” dice Cristina.
-“Sí, pero confío en que vais a ser honestos.” afirmo. “Elegid a uno de cada grupo. Serán cinco personas en total. Al final de la clase me diréis si os debo sumar o no los 0'25 puntos. ¡A trabajar!”
Y se ponen a ello en una actitud muy diferente a otros días. De vez en cuando me acerco y pongo la oreja, les observo y estoy feliz, ¡está dando resultado! Además están trabajando a mejor ritmo. Sólo veo ventajas al asunto. 

La clase está a punto de terminar. Los cinco jueces sonoros se reúnen y me dan su veredicto:
-”No lo hemos conseguido, profe.”
-”No os preocupéis, el ambiente en clase ha sido MUCHO mejor que otros días, pero ciertamente lo podéis mejorar. Haremos como en Pasapalabra, estos 0'25 puntos de hoy los acumularemos a los del próximo día. Y si lo conseguís entonces, os pondré 0'50 puntos.”
Están felices con la propuesta.  

Veremos que ocurre el miércoles. Ya os contaré.